viernes, 6 de marzo de 2020

De la Luna a la eternidad (fin de campaña)



Y salisteis de esa maligna roca mientras se desmoronaba. Nera fue engullida por la silueta del segador mientras aún retumbaban en vuestras cabezas sus últimas palabras:

“Yo lo olvidaré, pero todos sabrán que triunfasteis. Yo os olvidaré, pero sabréis que he llegado.”

Fue la última vez que visteis a la niña reina.

Los días siguientes fueron abrumadores: Celebraciones, nombramientos, honores y viajes. Algunos de los grandes magos asesinados volvieron y os pidieron perdón en persona. El más afectado tras volver fue Mordenkainen. Sus amigos más cercanos, como Bigby, dijo que nunca volvió a ser el mismo. Poco después, el circulo de los 8 dejó de existir. Esto apenó a la mayoría, sobre todo a Darthis, que entendía mejor que nadie por lo que habían pasado y el poder al que se enfrentaron. Pero no logró que los ancianos magos superaran lo ocurrido.

Nuestros héroes nunca contaron todo lo que vivieron. Siempre evitaron narrar los detalles más dolorosos, todas las dudas o equivocaciones. Todos los sacrificios. Porque, aunque lo hubieran contado, ¿quién habría tenido derecho a juzgarles?

Lo importante es que salvaron Flaenia. Que llegaron a la más profunda oscuridad y finalmente volvieron, incansables, porque nunca se rindieron hasta que su verdadero enemigo fue derrotado.

Pero tras aquellos tumultuosos días, os asegurasteis de cumplir promesas y cerrar asuntos pendientes. Rustam y Darthis volvieron a Luna varias veces. Llevaron a Lazarus, ese pequeño gran arácnido, centenares de libros para saciar su curiosidad. Se dice que incluso recuperó la amistad con Erybonix y otros señores de Luna, y más de una vez los descubrieron leyendo juntos.

Décadas mas tarde. Os llegaron noticias de que Lazarus cambió. Se convirtió en algo más grande y extraño, y entonces nadie más le volvió a ver. Tras la desaparición del Vermiurgo, todas las criaturas de Luna escucharon una voz en su cabeza, y entonces supieron quién era el nuevo señor del semiplano.

Tras ese día, en algunas de las mejores bibliotecas de Flaenia desaparecen ocasionalmente libros, nadie sabe la razón ni el método.

Lersxt, la chica del espejo, os dio un abrazo tras volver de la muerte. Rustam se aseguró de que se adaptara a su nueva vida en la Joya de Flaenia, una ciudad llena de posibilidades y que no hacía preguntas. 

También visitasteis y facilitasteis el traslado de Cyndia y el Dr. Tarr. Los Golems tenían unas enormes ganas de ayudar y mostrar de lo que eran capaces.Su tecnología biomágica y sus conocimientos supusieron un inestimable avance en todos los lugares que visitaron. Siempre estuvieron dispuestos a ayudar. Nunca se cansaron de ver amaneceres.

Rustam también visitó esporádicamente a Danele, Elias y a Alba. En Sunndi todo volvió a la normalidad. Alba continuó siendo la señora del gran pantano y a Danele le entusiasmó que sus visiones fueran presagios de vuestro triunfo. El ciego aprendiz de mago recuperó su don. Llegó a ser uno de los videntes más solicitados de Flaenia.

Elias siempre quería organizar un gran festejo cuando le visitabais en Pitchfield. Algunas de las mejores fiestas fueron allí, y no todas la recordáis bien.

Rustam fue de los más activos con sus viajes los años siguientes. Visitó los lugares más remotos del multiverso y perfeccionó hasta niveles increíbles sus habilidades. Se le acabó conociendo como “El puño de la luz de Heironeous”. Un templo se construyó en la ciudad de Falcongrís en su nombre y una estatua suya lo presidia. Transmitió sus conocimientos a cientos de aprendices que soñaban ser como él.

Pero esos aprendices no saben que todo gran héroe no solo se acompaña de sus fabulosos logros. Rustam también sabía que había oscuridad en sus sueños. Una oscuridad desde donde acechaba un Desatysso colgado y cosido. Y una voz repleta de pesar y locura que nunca olvidaría.

El templo de Pelor en Falcongrís era casi un monumento dedicado a Darthis. El sacerdote intentó compatibilizar las numerosas visitas que recibió con viajes ocasionales. Los años siguientes se interesó por las zonas de Sunndi mas castigadas por la intrusión oscura, y su ayuda fue muy valiosa para que aquella terrible época finalmente se dejara atrás. Decenas de templos dedicados a Pelor se construyeron y prosperaron en toda Flaenia central, y todos tenían al menos una pequeña estatuilla o una imagen del santo. Aquel que iluminó el camino de todos y trajo esperanza para las nuevas generaciones.

Trent tardó poco tiempo en huir de todas aquellas celebraciones colmadas de halagos y honores. Su mente siempre pensaba en el siguiente paso, pero ahora también sentía que cada vez era más distinto a los demás. Cambió mucho estos años de aventuras, en todos los aspectos. No se reconocía y durante décadas viajó a los lugares más remotos del multiverso, y conoció hasta el último rincón de la ciudad de las puertas, Sigil. Allí donde ser raro era lo normal.

Tiempo después empezó a regresar con más asiduidad a Flaenia, no quería dejar de visitar ocasionalmente a sus viejos compañeros. Ya se había aceptado a sí mismo. Aunque su rostro seguía mostrando una eterna juventud, había madurado mucho y se volvió más sabio y paciente.

Gabriel volvió a Nyrondia. Fue recibido como el mayor héroe de su tierra y condecorado como se merecía. Salvo esporádicos viajes para visitar a sus viejos amigos, regentó con mano justa y piadosa su baronía. Nunca le faltaron escuderos, aprendices y vasallos. Nunca le faltó alguien que no quisiera escuchar otra vez sus proezas. Incontables banquetes fueron testigos de ello.

Gabriel fue el primero en despedirse de sus hermanos de sangre. Pero años antes de que su alma alcanzara la gloria del monte Celestia, él también fue testigo del gran cambio en el ciclo sagrado:

Sucedió 23 años después de lo acontecimientos de Luna. Videntes y sacerdotes de toda Flaenia vislumbraron un extraño fenómeno celeste. Fue en la festividad de Carencia del año 619 CY. Desde entonces no se volvió a notar la maligna presencia de Nerull. El señor de la muerte desapareció. Se empezó a hablar de la nueva guardiana del ciclo sagrado, la Reina Cuervo. Una presencia apaciguadora, serena y distante, que emanaba su vasta energía divina desde un lejano lugar en el plano de la sombra.

Nuestros héroes no sólo libraron a Flaenia del tormento de Nerull, sus creaciones y sus demoníacos seguidores; también propiciaron uno de los periodos de paz más extensos de su historia.

Incluso el mismo Iuz decidió ofrecer una tregua indefinida, aburrido y desilusionado, desde su trono en la horrible Dorakaa. Se conformó con conservar las fronteras de su imperio, que ya era de por sí, el más extenso de toda Flaenia.


Año 663 CY (67 años tras los sucesos en Luna):


Tras el funeral de Rustam, una multitudinaria celebración acontece en el templo de Heironeous de la ciudad libre para despedir al maestro de los "puños iluminados", tal como él deseaba en su última voluntad.

Huyendo del foco de la fiesta, dos figuras se sientan en un adornado banco de los jardines, cubiertos por un manto celeste que brillaba más que nunca.

Trent está igual, quizá mejor, más sabio y seguro de sí mismo. Darthis ha sufrido más la mella de tiempo, ahora es un anciano, pero con una salud de hierro y mente aún lúcida.

Trent viaja continuamente, y es considerado uno de los grandes arcanos de Flaenia. Fue invitado hace unas décadas cuando se intentó formar un nuevo circulo de los 8. Humildemente rehusó la membresía, pero nunca les ha negado consejo o ayuda.

Darthis es el Patriarca de Pelor en toda Flaenia. Una legión de sacerdotes y paladines están a su cargo y vienen de todo el continente para las grandes ceremonias, deseosos de escuchar sus enérgicos y eternos discursos. Consiguió convertir su fe en la más extendida y respetada de Flaenia, incluso superando en popularidad a la de Rao, cosa que no había ocurrido en siglos. su templo era el más importante, frecuentado y adorado de la Ciudad libre, y ha sido tomado como ejemplo arquitectónico para construir iglesias similares en decenas de ciudades.


- ¿Cuándo fue la última vez que nos vimos? – Advierte extrañado el patriarca, mientras permite que Trent le sirva un poco licor en su copa.

- No lo recuerdo, ya sabes lo de mi memoria. Nos hemos visto varias veces desde el funeral de Gabriel.

- Solo quedamos nosotros dos, entonces.

- Todos somos fantasmas de las viejas glorias del pasado.

- Calles, templos con nuestros nombres, fiestas en nuestro honor y libros contando lo que contamos. Pero de un tiempo a esta parte ya no explican a los jóvenes quienes somos, qué hicimos y por qué lo hicimos. La gente empieza a olvidar.

- Es inevitable. Y hasta lo prefiero así. Tuvimos un aluvión de reconocimientos. Me hubiera quedado en esta gran ciudad, pero me paraban y agasajaban continuamente. Me costó lidiar con la fama.

- Lo entiendo. Cuando oficiaba la misa no alcanzaba a ver dónde acababa la multitud. Todo lo ocurrido aquel año fue abrumador. Pero nos lo ganamos, supongo.

- Y tanto. ¿Recuerdas este licor que te traigo de Perrenland? Era el que le gustaba a Cyrus

- Como olvidarlo. Menudo necio.

- Pero reconoce que le echas de menos, y más con los años.

El patriarca asintió un milímetro. Trent sonrió y pegó otro trago a ese brebaje que no le sabía a nada mientras miraba las estrellas, entonces soltó:

- ¿Todavía lo recuerdas, La intrusión, Moil, Acererak, Nera, y todo aquello?

- Si. Fue nuestra última gran cruzada. Es inevitable seguir dándole vueltas. 
Bajamos hasta el corazón de aquel infierno negro para enfrentarnos a Acererak, solo para darnos cuenta que era nuestra mejor baza. Y creo que la empleamos bien contra el Maldito Segador y sus sicarios. No se si lo pudimos hacer mejor, pero tengo claro que funcionó.

- Acererak ahí sigue, en alguna parte. Quien sabe lo que tardará, 10, 100 o 1000 años. Pero volverá a desatar su odio hacia esta tierra que le hizo tanto daño.

- ¿Crees que habrá un grupo de reclutas de la milicia de Falcongrís que vayan a vivir algo parecido a lo que hemos vivido nosotros? Cada vez que hecho la vista atrás y repaso esos años, más increíbles me parecen. Recuerdo todavía esa primera expedición en barco, aquella isla con animales gigantes, ese sacerdote de Iuz... Y todo lo que vino después. Ha pasado mucho tiempo, ya no somos los mismos y no creo que me quede mucho, he vivido demasiados años ya. Pero no puedo evitar seguir dándole vueltas.

- Llevas 20 años diciendo que te queda poco. Si, fue una reputación labrada con sufrimiento, ciertamente. Es complicado que tengas un digno sucesor. Yo seguiré estando aquí, las rocas duramos eones. Flaenia se defenderá, como siempre lo ha hecho. Los héroes surgirán, y tendrán a veteranos como yo, apoyándoles y aconsejándoles. Aunque no nos escuchen.

Tras oir esto, Darthis termina su copa y mira fijamente a Trent.

- Si el devorador vuelve algún día, recuerda que si necesitas ayuda, ahí estaré. Me abriré paso y volveré, como sea, aun siendo únicamente un rayo de sol que le deslumbre. Y que rece lo que sepa para que solo sea eso.

- Estoy seguro, amigo. Estoy seguro.

- Echo de menos nuestras discusiones.

- Yo no. 



EL EPÍLOGO DEL DM:

Esta Campaña empezó hace casi 20 años. Muchos recuerdos y emociones se agolpan en mi cabeza, que espero que permanezcan inalterables durante mucho tiempo. Mil anécdotas, historias, risas y broncas. Explicarlo a alguien que no lo vivió es imposible, y por eso es especial, no lo intentaré. No hablaré mucho más de todo aquello, de cómo se forjó, como se conectó, murió y renació varias veces hasta que lo conseguimos acabar. No trataré de explicarlo. Simplemente diré orgulloso que lo viví y que no volveré a vivir nada igual. Seguiré jugando y dirigiendo partidas de rol mientras la salud me lo permita, pero algo tan especial como esta campaña es irrepetible.

Amo esta ambientación. Hice lo que pude y como lo supe hacer. Siempre intenté mejorar, aprender de los errores y evolucionar. Y sobre todo intenté imaginar historias fantásticas, épicas y dramáticas para los fabulosos personajes de mis amigos. Y estoy muy satisfecho.

Solo me queda ser agradecido, sobre todo por todas esas veces que no lo fui. Agradezco a todos los que han participado, porque todos han sido importantes, todos han construido esto: Alberto, José Ángel, José Luis, Arturo, David, Esteban, Águeda y Jorge.

Gracias a todos.

Nos vemos en Flaenia, porque siempre regresaremos a ella, y ella siempre estará ahí.